lunes, 26 de enero de 2009

metro y medio

Sentado, como siempre, en Tetuán. La línea 1, que no por ser la primera llega antes, me hacía de nuevo esperar.

Entonces le vi. 
Iba golpeando las paredes de la estación, siguiendo el ritmo de su propia canción.

No creo que llegara al metro y medio. Tampoco a los 6 años. Su piel negra y su pelo rizado te contaban que quizá fuera cubano. A lo mejor dominicano.

Al llegar a mi altura, esquivó el banco en el que yo estaba sentado, sin dejar de cantar. Su madre, detrás.

Y ahí estaba. Un pequeño piolín plateado en la oreja de aquel pequeño cubano.




2 comentarios:

Beatrixie dijo...

Uo! Y en la otra oreja no tendría un Silvestre de oro? :p

No sé si lo has visto, pero nos hemos quedado todos sin el: "Oh capitán, mi capitán" de despedida. ¡Qué lástima! :(

Silvia dijo...

me viene el olor a mueeerrrrrrrrto