martes, 4 de noviembre de 2008

sobre el 4 de noviembre

Leo sobre Obama desde antes de conocerle. Suena sencillo, pero la mayoría de las veces suelo conocer a alguien antes de leer sobre él.


Por supuesto, no soy su descubridor. Llegó a mí, o llegué a él, de forma fortuita, como casi todo lo que ocurre aparentemente en la vida.

Esto, lo de seguirle desde sus comienzos hacia la Casa Blanca, hizo que me implicara un poco más. Lo sentía casi como algo mío, algo de lo que me podía sentir orgulloso. Como un niño al que has visto crecer.

Desde luego, es una sensación totalmente subjetiva e inocente, pero ¿no son así todos los sentimientos?

Ahora, todos somos expertos en Barack Obama, cualquiera puede saber que nació en Hawai, que se crió en varios países, que estudió en Harvard y que en sus comienzos realizó trabajo de campo en los suburbios de Chicago.


Hace un par de meses me enfadé con él, harto de verle en la tele, le dije que me había engañado, y no con una persona, sino con media humanidad. Le espeté con malas maneras que sólo había llegado hasta allí precisamente por ser negro, por ser la novedad, que sí, que hablaba fantásticamente, pero que no había demostrado casi nada. Que era un fantasioso y que esos, esa nueva gente que le acababa de conocer y le segúa religiosamente, en realidad no le conocían, sólo adulaban una imagen vendida en forma de pop y con merchadising incorporado.

Sí, tuvimos una buena bronca, tiré sus fotografías y dejé de defenderle en público, para qué, ya no me necesitaba.

Y entonces, en mi burbuja de desinformación, en la soledad de mi habitación, hice balance sobre todo lo que había llegado a saber sobre él. Una historia de superación, de sufrir un racismo real por parte de una sociedad que lo vive en la "intimidad", que es desde donde más daño puede hacer.
La historia de un chaval que llegó a ser alguien a pesar de una situación social y familiar complicada.
La historia de un hombre con errores, que no es un dios, y que hay que ser consciente de ello porque errará, pero que pretende cambiar las cosas, abrirse al mundo, ofrecer coberturas a los más desamparados y sobre todo, no solucionar las cosas atacando.

Me di cuenta de que ahora sí, Obama es la opción sencilla, pero que para ello tuvo que superar una odisea de complicaciones. Obama ha hecho que cualquiera se sienta orgulloso de apoyarle.


No nos defraudes Ob.

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