lunes, 17 de noviembre de 2008

el mejor verano de mi vida


Nunca fui a ningún campamento de verano. Con veinte años, ya había perdido la esperanza. Había asimilado que cuando la gente hablara de sus acampadas, yo tendría que guardar silencio, imaginando retazos de recuerdos construidos a base de anécdotas ajenas.

No tendría amigos a los que prometer cartas en despedidas lacrimógenas a finales de agosto. Cartas que según me cuentan nunca se llegan a enviar, como no se vuelve a ver a ese gran amor de Burgos a la que prometiste fidelidad eterna debajo de un mar de estrellas.


Había asumido que todas estas experiencias que se marcan como referencia en tu vida, a las que vuelves una y otra vez incluso sin pretenderlo, no formarían parte de mí.



Hasta que llegó el verano de segundo de carrera.


Con los nervios de la vez aquella en la que salí disfrazado de angelito en una obra de teatro en primero de primaria, y con la ropa más estudiada que en mi primera cita allá por los anales de la ESO, me planté en la entrada de El Periódico Extremadura.


- Hola, soy uno de los nuevos becarios.


Nuevo yo, como absolutamente todo lo de mi alrededor.


Ladillos, suplementos, publicistas, descansos para el café, directores en despachos con dos puertas, salas de entrevistas, un walkie sintonizado en la emisora de la policía, secretarias, teléfonos con manos libres, fotógrafos singulares, ruedas de prensa, reportajes con muchísimas líneas por cubrir ("elemento no ok", llegué a soñarme en varias ocasiones con que el editor de texto me perseguía con un NO OK bien rojo) ordenadores con salvapantallas corporativos, informáticos, una fotocopia con la cara de los concejales (que más parecía un cartel de se busca).

Salidas nocturnas con el subdirector, bailes con el jefe de deportes y conversaciones con maquetistas aficionados al diseño gráfico.

Redactores jefe, jefes de sección, redactores, los porteros Jose y Jesús

Y 12 maravillosos últimos monos.


12 compañeros becarios con los que compartir el mejor verano de mi vida. Aquel, éste, en el que prometí cartas que nunca enviaré y me enamoré de redactoras que no sé si volveré a ver.




http://www.elperiodicoextremadura.com/

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