martes, 21 de octubre de 2008

un par de pes necesarias

Olvidemos por un momento la palabra idealismo (odio que haya adquirido unas connotaciones tan feas) y pidámosle permiso al gran Celaya para tratar su poesía con el respeto que el paso de los años le ha dado.

Porque cambiando las palabras adecuadas, define a la perfección lo que espero yo de esta profesión, el periodismo.



Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos , asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

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